Declaro que una vez fui un(a) niño(a) en esclavitud sujeto a los principios básicos del mundo. Pero cuando se cumplió el tiempo señalado, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para redimirme ya que estaba bajo la ley, para que pudiese recibir todos los derechos de un hijo. Debido a que soy un hijo, Dios puso el Espíritu de su Hijo en mi corazón, el Espíritu que clama: «Abba, Padre». Así que ya no soy un esclavo, sino hijo, y como soy un hijo, Dios me ha hecho también heredero.
Me arrepiento de todas las actividades religiosas actuales y aun las generacionales, de la creencia y la práctica de todas las filosofías y tradiciones humanas, incluyendo cualquier confianza o dependencia impía en la ley.
Ahora demando y ordeno, en el nombre de Jesús, que todos los poderes impíos salgan y se eliminen de mi interior todos los imanes, condensadores, cilindros, tubos, antenas y cualquier otro dispositivo que se hubieran depositado por medio de las maquinaciones del enemigo.
Te pido Padre, que quites todos los dominios, principados y tronos que estaban alineados con estos poderes y la autoridad que ejercían sobre mí.
Yo renuncio y me arrepiento por la alquimia generacional y rompo con todos los lazos generacionales que le han dado el poder a esa alquimia.
Yo renuncio y me arrepiento por la creencia impía en la magia y en los cuatro elementos básicos de la creación: tierra, aire, fuego, agua y metal.
Señor, ahora trae todos los campos magnéticos de nuevo a la alineación correcta y al equilibrio diseñado por Ti.
Padre, por favor envía ahora tu fuego para consumir todo el mal asociado a estos poderes.
Señor, ahora haz volver a mí todo lo que el enemigo me ha robado.
Declaro que estoy sentado con Cristo en lugares celestiales y que el enemigo estará bajo mis pies. Ahora te pido Padre, que liberes en mí el derecho de nacimiento generacional que me corresponde como tu hijo.