Yo renuncio a cualquier y toda participación de mis antepasados en el culto druida, sus sacrificios o sus rituales.
Yo renuncio a cualquier sacrificio humano hecho por mis ancestros. Renuncio a los sacrificios humanos por la quema, ahogamiento en pozos, asfixia en los calderos, o por el corte de las gargantas sobre un caldero con el fin de recoger la sangre.
Yo renuncio a los dioses animales druidas, especialmente Baco el jabalí, Cernunnos el hombre ciervo astado, y Épona y su caballo.
Yo renuncio al falso dios Dis, dios de la noche.
Yo renuncio a mirar a las estrellas para predecir el futuro o para recibir ayuda al tomar decisiones. Yo renuncio a toda adivinación.
Yo renuncio al lanzamiento de objetos de valor en los pozos como una oración u ofrenda para cualquier propósito.
Yo renuncio a las reuniones anuales en el territorio de los Carnutos.
Yo renuncio a la lealtad al sumo sacerdote de los druidas.
Yo renuncio a la práctica del control de las personas campesinas por las órdenes druidas. Yo renuncio a la esclavitud de las personas comunes, mientras los druidas poseen el poder.
Yo renuncio a los ritos religiosos que involucren el muérdago, los árboles de roble, de bellotas, y la recolección de estos. Yo renuncio a los espíritus inmundos que hay detrás de los árboles de roble o de otras plantas.
Yo renuncio a toda colocación de cráneos o de huesos humanos en los edificios con fines decorativos o de cimentación.
Yo renuncio al control druida del gobierno de la tierra.
Mando a todos los espíritus relacionados con los druidas y con todo lo anterior, que me dejen y abandonen mi ser ahora, en el nombre de Jesús.